Cuando escuchamos la palabra Yoga nos imaginamos una serie de posturas físicas, una secuencia imposible de realizar, si no estás en forma. La primera frase que suelen decirme es: yo no soy flexible. La flexibilidad es algo mental, no física, y eso es lo primero que se trabaja en la esterilla, en cualquier tipo de clase de yoga: se trabajan los límites mentales que nos imponemos de forma inconsciente.
Cuando escuchamos la palabra Yoga nos imaginamos una serie de posturas físicas, una secuencia imposible de realizar, si no estás en forma. La primera frase que suelen decirme es: yo no soy flexible. La flexibilidad es algo mental, no física, y eso es lo primero que se trabaja en la esterilla, en cualquier tipo de clase de yoga: se trabajan los límites mentales que nos imponemos de forma inconsciente.
La esterilla es ese espacio metafórico dónde nos encontramos con nuestro cuerpo sin saber bien hacia dónde va o dirigir el movimiento, hasta dónde alargar el brazo o la pierna, dónde colocar el pie derecho o el izquierdo mientras ‘la/el profe’ nos guía por una seria de ãsanas mientras, encima, hay que mantener un ritmo de respiración, como si de un enredos se tratase. Esos mismos límites son nuestra misma cabeza. Si dejásemos de pensar mi brazo es más corto que el de mi compañera, mi cadera es muy ancha, me duele la espalda, etc. probablemente sólo pensariamos en respirar y escuchar al guía y todo fluiría de una manera más órganica ¿has hecho la prueba?
Recuerdo que mis primeras experiencias en clase de Hatha Yoga no me enteraba de nada, porque sólo pensaba en eso: que la postura fuese la correcta. No hay postura correcta, hay la que permite cada cuerpo, cada articulación, y si, claro que con la constancia y el trabajo vas a llegar a tocarte la punta de los pies o conseguir que el triángulo no sea un ocho, pero sin esa parte del día a día no acostumbraremos a nuestro cuerpo, músculos y articulaciones a estirarse poquito a poco e ir entrando a través de la respiración en la postura ‘correcta’ al que llegue tu cuerpo.
El yoga es nuestra herramienta para superar estos límites mentales, y centrarnos en la práctica para ir descubriendo que nos acontece cada día, que dscuebres que no conocías de tu cuerpo y tu mente en esa constancia básica para seguir superando barreras y aprendiendo que el único límite somos nosotros mismos.